Estamos deseando hacer nuestra primera salida en furgo para comprobar como nos adaptamos a la furgo y hemos pensado pasar unos días por la costa granadina, así que ponemos rumbo hacia Salobreña. Elegimos un sitio que nos pille cerca por lo que pueda pasar, ya que es nuestra primera salida y aún no estamos hechos a la furgo, es más, aún hay cosas que tenemos que descubrir y probar (botones que ni la croqueta sabe para que sirven por ejemplo).

Vistas desde la furgo

Salimos por la noche, una vez finalizada la jornada laboral. Llegamos al aparcamiento en primera línea de playa ¡no se puede pedir más! Por la mañana nos levantamos, desayunamos tranquilamente y nos vamos a dar un paseo por el casco antiguo de Salobreña. Después de subir unas cuantas cuestas llegamos a la parte alta, visitamos el antiguo ayuntamiento y su plaza (debajo del edificio está la antigua cárcel, que por lo menos buenas vistas tenían), el Castillo, que es el edificio más emblemático del pueblo, el Paseo de las Flores (un enorme paseo a los pies del castillo con unas vistas muy bonitas, la Iglesia y el mirador de Enrique Morente que también tiene muy buenas vistas. Nos volvemos a la furgo nos hacemos algo de comer, descansamos un poco y nos vamos a ver y grabar el atardecer al Peñón de Salobreña, ¡menudo frío! pero mereció la pena. 

Atardecer desde el Peñón de Salobreña

Intentamos buscar un chisme de esos de la aplicación de la croqueta (geocaching), que se suponía que estaba en lo alto del peñón, pero fue todo un fracaso. 

A la mañana siguiente fuimos a dar un paseo hasta La Caleta y la Playa del Caletón que yo pensaba que se llamaba «Calentón». De camino volvimos a buscar otro chisme de los de la aplicación de la croqueta en la Playa de La Guardia, otro fracaso más para la colección.

De vuelta de El Caletón

Comimos algo y nos volvimos a Armilla a cumplir con el deber de pobres. 

A la semana decidimos volver. Llegamos y era de noche como un cerrojo. La croqueta tiene la brillante idea de atar a Scooby al portón corredero de la furgo, aparece otro perro, Scooby sale corriendo detrás de él. Del tirón parte la cuerda y se pierde, dejando además la puerta desencajada del raíl de abajo. Nos ponemos a buscar a Scooby y al fin aparece pero la puerta no la pudimos arreglar al momento. Teníamos que abrir y cerrar cogiéndola en peso. Al amanecer vimos que el aparcamiento estaba más lleno que la última vez, puesto que, era Semana Santa. Pero es que al día siguiente, ya en fin de semana, el aparcamiento se puso a reventar, y mira que es grande, pero no cabía ni una furgo o AC más.

Disfrutando de la playa con el ukelele

Esta escapada nos la tomamos de relax, disfrutando de la tranquilidad del mar y de la furgo, unos paseitos, un poco de ukelele, mucho amor y bien de comida ¡que nunca falte! Después de unos cuantos golpes, cabezazos y demás, ya nos vamos adaptando a la furgo y a sus limitaciones de espacio.

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