Nos levantamos en Jódar, son las 11.30 de la mañana. Tras el cafelito de rigor que no puede faltar y remolonear un rato nos vamos a visitar el castillo más antiguo de Andalucía, o lo que se puede ver, porque está rodeado de casas, además de que solo se conserva una parte. No hay mucho más que ver así que decidimos volvernos a la furgo y preparar algo de comer para irnos pronto a Cazorla.
Mientras Ana se está lavando los dientes le da un picor en el ojo y al arrascarse se mete pasta de dientes en el ojo, se le pone el ojo rojísimo y le pica un montón. Toca echar mano del botiquín por primera vez, y por suerte hay botecitos monodosis de suero. Tras enjuagarse bien el ojo y echarse suero poco a poco se le va aliviando.
Poco después al ir a hacer pipí se roza la mano con unas ortigas. ¡Otra vez picores! Menos mal que se ha dado en la mano con las ortigas y no en otro sitio. ¡Vuelta a echar mano del botiquín! Menos mal que está completísimo y tenemos remedio para (casi) todo.
Terminando de comer llegan 3 niños con los patinetes. Juegan tirándose por la cuesta del parque y terminan la bajada en la calle donde nosotros estamos aparcados. Tras varias bajadas comienzan a fijarse en la furgo. Siguen por allí un rato más, cada vez prestando más atención a la furgo que a sus juegos. Están merodeando un rato más y desaparecen. Poco después sentimos un fuerte golpe en la furgo. Salgo y !nos están apedreando! salgo corriendo detrás de ellos, les tiro una piedra y desaparecen. Toda la parte de atrás de la furgo está llena de piedras en el suelo. Revisamos la furgo pero no encontramos ningún daño en la furgo. Menos mal que no le han dado a una luna o a las placas solares, si no, todavía los estoy buscando por allí. Siguen apareciendo niños y somos el centro de atención. ¡Mejor nos vamos!
Sobre las 7 de la tarde llegamos al área de Cazorla. Es un área gratuita situada a las afueras del pueblo, entre Cazorla y La Iruela, con aparcamiento para unas 30 AC y furgos, con sombra, agua y vaciado de aguas. La verdad que está genial. Tras instalarnos nos vamos a dar un paseo por el pueblo, llegando a la Iglesia de Sta. María, que nunca se llegó a terminar y al Castillo de la Yedra, donde pudimos disfrutar de un bonito atardecer. A la vuelta paramos en el Bar Las Viñas (el que tenía las mejores valoraciones en Trip Advisor). La primera tapa no nos la dieron a elegir, pero estaba buena (Popeye, una especie de tosta con espinacas especiadas). La segunda tapa sí que la elegimos, al darnos cuenta que se podía hacer y pedimos Lomo Cortijero (lomo curado a la pimienta con ali-oli de ajo). La realidad fue que nos trajeron una rebanada de pan, con una loncha de pavo extrafina de El Pozo, con un poco de pimentón dulce. Para finalizar pedimos un plato combinado que tardaron media hora en servirnos y reseña negativa que se lleva en Google.
Volvemos de vuelta a la furgo dando un paseo. Hay que subir una buena cuesta para llegar al área, así que nos sirve para bajar la comida. Una vez allí nos ponemos cómodos y nos tiramos en la cama. Revisamos las redes, publicamos alguna cosita y a dormir que mañana toca ruta por el Río Cerezuelo.
¡Mañana más!