¡Buenos días! Son las 9.30. Ana se ha despertado mientras la estaba grabando, le enseño el video y protesta porque no le quito el mechón de pelo de la cara y porque le saco «la papada», como si es que tuviera algo. Es nuestra guerra personal, grabarnos el uno al otro mientras dormimos. Tenemos un repertorio… jajaja. Algún día os explicaré como comenzó esta guerra de grabarnos durmiendo, pero eso es otra historia y deberá ser contada en otro momento.
¡Hoy toca ruta! Así que empezamos a prepararnos. A las 10 pasa el panadero por el área, ¡que lujo! Nos hacemos con una hogaza que siempre aguanta más que el pan normal y con una napolitana de chocolate para después de la ruta. Recargamos agua antes de salir porque cuando terminemos la ruta nos vamos a dormir al aparcamiento del Parque Cinegético Collado del Almendral, que por lo que hemos visto en park4night es un sitio donde no ponen pega por pernoctar, ya que la pernocta está prohibida en todo el Parque Natural y no queremos encontrarnos con ninguna multa.
Mientras terminamos de preparar las cosas para la ruta se nos acerca un vecino. Necesita ayuda porque se han quedado tirados sin batería durante la noche, así que acercamos la furgo a su vehículo y le ponemos las pinzas (que eran del vecino). Es una cosa que no llevamos y que no echas en falta hasta que las necesitas, así que, apuntado queda para incorporarlas al material imprescindible. Arranco la furgo, le doy un par de acelerones y enseguida puede arrancar su furgo. Nos dan las gracias muy amablemente, nos despedimos de ellos y ponemos rumbo al inicio de la ruta por el Arroyo Linarejos, primer afluente oficial del Guadalquivir.
De camino a la ruta paramos a buscar un caché en el que habíamos visto que hay un trackeable. Pasamos un buen rato buscándolo pero no había forma de encontrarlo. Miramos las pistas y las fotos de otros usuarios para intentar ubicar el sitio exacto del caché, pero nada, no hay manera. Cuando estábamos a punto de darnos por vencidos di él. ¡Bien! Y además el trackeable está ahí tal y como ponía. Es un llavero de un gatito que viene desde Holanda y lleva recorridos 16.000 km. Registramos en la aplicación que lo cogemos y nos lo llevamos de camino al Viñarock.
Llegamos al inicio de la ruta. Al final, entre unas cosas y otras, empezamos la ruta a las 13.00, lo que ya viene siendo un clásico en nuestra hora de empezar las rutas. Nada más comenzar el sendero escuchamos unos arrúos (ruidos que emite el jabalí) y unos arbustos moverse. Anita se pilla un buen susto pensando que nos quiere atacar y busca algún árbol donde subirse.
Tras un rato andando por una pista forestal llegamos a un área recreativa con un gran aparcamiento. ¡Y nosotros hemos llegado hasta aquí andando!¡Nos lo podíamos haber ahorrado! El área está desierta, pero las instalaciones están bien, cuenta incluso con un «chiringuito» que está cerrado, pero suponemos que en verano se llenará de gente que viene a pasar el día y refrescarse en el río.
Continuamos el camino, pero cuando miro el GPS nos estamos desviando de la ruta, así que descendemos campo a través para volver a coger la trazada de la ruta de nuevo. Ahora sí, ya vamos andando por la vera del Arroyo Linarejos, disfrutando de un montón de pozas y pequeñas cascadas. ¡Chulísimo! Hacemos el intento de bañarnos en alguna de las pozas, pero, aunque hace bastante calor, el agua está super fría, así que finalmente desistimos.
Llegamos al punto más alto de la ruta, muy cerca de la cascada Linarejos, sobre un macizo de piedra desde el que tenemos unas vistas espectaculares del valle y desde donde vemos lo que pensamos que son águilas, que después descubrimos que eran buitres. Nos pasan a muy pocos metros de la cabeza.
Aprovechamos para comer con estas magníficas vistas y nos ponemos en marcha a localizar la cascada. Por más vuelta que damos no conseguimos acceder a la cascada desde la parte de arriba y hace un calor horrible. Después de un rato subiendo y bajando por las rocas nos damos por vencidos y comenzamos el descenso.
Ya casi llegando al inicio de la ruta, en la misma zona donde escuchamos arruar al jabalí a la ida, vimos a una jabalí con sus rayones/jabatos que salieron corriendo al vernos ¡Que repullo! Estaban muy cerca, además, las jabalís con crías son las más peligrosas ya que se pueden volver muy violentas si se ven amenazadas para defender a sus crías.
Al llegar al final de la ruta hacemos otro trozo circular de unos 2 kilómetros por la Cerrada del Utrero, desde donde poder ver la Cascada Linarejos desde abajo, además de la presa de la Cerrada del Utrero. Mientras nos sentamos en un banco (sí, en este tramo de ruta hay hasta bancos de piedra en los que sentarse a disfrutar de las vistas) llega un grupo de jóvenes de un campamento, viaje de estudios o algo así, y el monitor comienza a explicarles, así que pegamos la oreja y nos enteramos que lo que habíamos estado viendo eran buitres y no águilas, y que tienen sus buitreras en las paredes del tajo, fácilmente reconocibles por las manchas blancas que crean en la pared por la acidez de sus excrementos. También aprendemos el origen del nombre de La Cerrada del Utrero, y es que, hace muchos años un par de utreros (toro de 2-3 años) estaban jugando hasta que uno de ellos cayó accidentalmente por el tajo sin llegar a morir y se le estuvo escuchando mugir durante más de una semana, de ahí que la gente de la zona comenzara a llamarle la Cerrada del Utrero.
Vemos también una ladera de la montaña en la que hay un montón de troncos de árboles caídos que genera un paisaje típico de película apocalíptica y es que, tras uno de los cuatro incendios que ha habido en Cazorla, los vecinos, con toda su buena intención, removieron la tierra y replantaron la zona. Pero años después, tras unas fuertes lluvias y como consecuencia de haber removido la tierra, la ladera se deslizó derribando todos los árboles y que a día de hoy sigue sin árboles y sin poder volver a replantarse.
Tras finalizar la ruta de unos 12 kilómetros en total llegamos a la furgo y nos marchamos al Parque Cinegético Collado del Almendral a dormir. Llegamos y estamos completamente solos. Nos pegamos una ducha, cenamos lentejas que aún nos quedan del día anterior y nos vamos a la cama que mañana toca la ruta del Río Borosa, y eso si que es un tute.
¡Mañana más!