Seguimos en Cazorla. Hoy toca día de relax después del tute de ayer. La verdad que la subida al Castillo de las Cinco Esquinas sobró. Esa última subida nos destrozó, y en el castillo hay poco que ver, aunque eso sí, las vistas eran una gozada, aunque las hubiéramos podido disfrutar más si no hiciera tantísimo viento, además de que el día estaba nublado y llegaba incluso a hacer frío.
Por la mañana salimos a dar un paseo y visitar La Iruela, el castillo, el anfiteatro y las ruinas de la Iglesia de Santo Domingo. La entrada es de 2€, merece la pena la visita, además hay un aseo donde pude evacuar tranquilamente, así que los dos euros, besados. El castillo está muy bien conservado, no como el de las Cinco Esquinas, y también tiene unas vistas espectaculares.
Al medio día preparamos lentejas para comer, bueno, que siempre nos salen para un par de comidas por lo menos, lo que es genial porque nos quitamos de tener que cocinar otra vez. ¡A Ana las lentejas le salen riquísimas! En realidad las lentejas y todo, tiene muy buena mano con la cocina. ¡A comer! Que tenemos que reponer fuerzas para la ruta de mañana.
Por la tarde bajamos a Cazorla, que Ana quiere aprovisionarse de chuches, pero la señora del quiosco es una mala follá y como encima me pongo a grabar a Ana mientras compra, se pone nerviosa y se viene con una bolsa de chuches variadas que ya había preparadas, que ni son las que a ella le gustan ni nada, así que me toca volver a acercarme a mi a pedir los palotes para que no se me irrite demasiado.
Mañana vamos a hacer la ruta por el arroyo Linarejos, primer afluente oficial del Guadalquivir, a ver la conocida Cascada de Linarejos y la Cerrada del Utrero. Es una ruta que nos recomendó mi madre ya que a ella le gustó mucho cuando la hizo.
Tras pasar la tarde tranquilamente en la furgo, vaciar las aguas grises, rellenar agua y pegarnos una ducha, cenamos algo y nos fuimos a dormir.